Por Martín Díaz En Reynosa, parece que el alcalde Carlos Peña Ortiz tiene una misión muy clara: recaudar, recaudar y, por si quedaba duda, recaudar. No importa si en el camino se lleva de encuentro la economía, el empleo o la confianza de quienes aún se atreven a invertir en esta ciudad fronteriza. La más reciente hazaña del Ayuntamiento, presentada con bombo y platillo por su secretaria de Finanzas, Esmeralda Chimal Navarrete, es una propuesta de Ley de Ingresos que, más que ingresos, parece un manual de tortura económica.
¿Qué plantearon? Cobrar por todo: cajeros automáticos, sucursales bancarias, supermercados, agencias automotrices, gasolineras, salas de cine, y hasta por los vagones de tren que cruzan las vías. Una joya de creatividad recaudatoria que no discrimina sector ni actividad.
Y, como era de esperarse, los sectores productivos reaccionaron. COPARMEX, Canaco y hasta empresas como Canadian Pacific Kansas City alzaron la voz. ¿El consenso? Estas medidas no solo son desproporcionadas, sino francamente tóxicas para la economía local. Según palabras del Centro Empresarial de Reynosa, la propuesta es "una medida recaudatoria que atenta contra el desarrollo económico”.
El tiro por la culata Para sorpresa de nadie (excepto, tal vez, de Peña Ortiz), el Congreso del Estado le frenó el paso a esta ocurrencia, calificándola de insensible, ilegal y contraria al desarrollo municipal. La diputada Magaly Deándar no se anduvo por las ramas al señalar que esta iniciativa violenta desde la Constitución hasta acuerdos fiscales fundamentales. Más allá de las leyes, los diputados Claudio de Leija, Eliphaleth Gómez y Marco Antonio Gallegos pusieron el dedo en la llaga: esta política tributaria no solo asfixia a los negocios formales, sino que fomenta la informalidad y se aleja por completo del espíritu de la Cuarta Transformación, esa que tanto presume seguir el alcalde. ¿Dónde quedó la sensibilidad social?
Carlos Peña Ortiz parece vivir en un mundo paralelo donde aumentar impuestos y cerrar oportunidades es sinónimo de progreso. ¿Qué parte del "no más impuestos que asfixien a la gente" no entendió? Hasta la secretaria de Economía estatal, Ninfa Cantú Deándar, tuvo que intervenir para recordarle lo básico: dialogar con los sectores productivos y priorizar el bienestar común.
El trasfondo político ¿Será que este intento desesperado de recaudar más responde a una administración que hace agua por todas partes? Mientras Peña Ortiz sigue jugando a ser recaudador compulsivo, los reynosenses lidian con problemas que deberían ser prioridad: inseguridad, falta de infraestructura y una economía que necesita incentivos, no trabas. El discurso de la 4T promete inclusión, justicia social y apoyo a quienes menos tienen. Pero, al parecer, Carlos Peña Ortiz tiene su propio manual de gobierno, uno que no solo contradice esas premisas, sino que amenaza con hundir a Reynosa en una crisis mayor. Quizá es momento de que el alcalde recuerde que gobernar no es solo cobrar, sino construir. Reynosa necesita desarrollo, no recaudo.